Rebelión

Rebelión
Capítulo 5 ya disponible/Capitulo 6 en desarrollo

11 may 2016

Capitulo 5

Capítulo 5

Lo primero que vi al abrir mi ojos por primera vez desde que abandonamos Atlantis, fue oscuridad. Estaba confundido. No sabía si seguía durmiendo o finalmente había sucumbido al permanente vacío de la muerte y ahora mi esencia vagaba libre por el limbo. Mis otros sentidos aún estaban atrofiados a causa de la toxina que, a pesar de haberla ya expulsado casi totalmente, seguía causándome problemas. Traté de moverme con cuidado, pero una punzada proveniente de la herida me impidió seguir intentándolo. Por lo menos el dolor me hizo darme cuenta de que aún no había muerto. Recorrí con mi mano mi cuerpo hasta llegar a mi tobillo. Sentí los músculos hinchados bajo mi mano. Deslice la mano por debajo de las vendas y apreté con mi dedo en el tajo para saber que tan profundo era. No pude evitar soltar un gemido mientras lo hacía.  Normalmente podría sacar fácilmente el veneno cambiando mi forma. En este caso no pude hacerlo debido a que la ponzoña parecía afectar de manera drástica a la anatomía atlante y debilitaba mis poderes.



De repente escuché un ruido del otro lado de la sala. Alguien o algo se movía. Me incorporé ignorando el dolor lo más que pude.

-¿Hola?¿Hay alguien ahí?- se escuchó. Reconocí al instante la voz del Líder Kleito. Traté de emitir algún sonido pero me era muy difícil

-Kleito...so..soy yo- logré balbucear.

-¿Xio? Por la perla de la colonia, estás vivo-

- ¿Qu..qué sucedio? ¿Ddd..dónde estamos?-

-Tuvimos alguno problemas al salir de Atlantis y nos capturaron. Supongo que esto debe ser alguna prisión subterranea de Meraq-

-¿Me..raq? ¿Cómo lle..gamos aquí?- comencé a recuperar el habla

- Nos capturó una de sus naves luego de atravesar el vórtice. Al parecer están del bando contrario-

Maldije entre dientes. Estaba al tanto de que los meraqi estaban aliados con Axrrior. Rayos que si lo sabía. Estuvieron y siguen estando bajo el dominio de los draconianos. Ahí fue donde me dí cuenta de lo poco que sabían los atlantes del mundo exterior. Malditos peces de dos pata, que en el afán de su aislamiento, no comprenden lo que sucede a su alrededor.

En ese momento se abrió la puerta de nuestra celda. La luz del exterior me cegó. Sentí como me unas frías garras me tomaban de mis brazos, me levantaban y arrastraban. Lentamente mis ojos se acostumbraron a la luz. Lo primero que hice fue ver a mis captores. Reconocí el exoesqueleto meraqi y, al mirar con más atención, vi que iban acompañados por reptilianos. Seguí observando mis alrededores mientras nos movíamos por los fríos túneles subterráneos que componían los laboratorios de Meraq. Al parecer los draconianos no estaban en el planeta. Aún así habían enviado a la flota reptiliana a vigilarnos. Seguramente estarían preparando mi traslado hacia Al'Tuban y la ejecución de mis compañeros. No podía permitirlo, pero la posibilidades de escape eran casi nulas.

Luego de unos minutos nos separaron, dejando a Koralli y Kleito en otra habitación. Una vez dentro me sentaron, y ataron. Mi cuerpo atlante estaba aún muy debilitado, por lo que no podía ofrecer mucha resistencia. Los reptilianos comenzaron primero. Me hicieron preguntas sobre mis planes, sobre mis compañeros. La mayor parte de las preguntas quedaron sin respuesta, y otras tuvieron una contestación con el único objetivo de frustrar y confundir a los reptiles. Luego los reptilianos se marcharon. Les siguieron los meraqi. Estos preguntaron siguiendo sus propios intereses. Querían conocimiento, incluso de cosas muy avanzadas y hasta peligrosas. Al igual que con los reptilianos, mis respuestas solo crearon más y más confusión. Finalmente me soltaron.

Mientras me conducían devuelta a mi celda, pude ver a mis compañeros atlantes. Estaban destruidos, seguro abrían sufrido algún tipo de tortura. Sabía que pasaría, no van a tratar del mismo al rey y a sus súbditos. Tenía que pensar algo rápido para salvarlos o no durarían mucho. Eran descartables y si en unos días no hablaban, se los darían de aperitivo a lo gusano recicladores

Pasaron dos días desde nuestra llegada. Kleito y Koralli estaban destruidos, no aguantarían mucho más. La infección de mi herida estaba sanando, pero a un ritmo muy lento. Al final del tercer día decidí que debía ponerme en acción. Durante la noche me transformé. Mi herida estaba aún muy mal, a pesar de que ya había sanado un poco. Sin embargo logré comenzar el cambio. Me costó mucho. Sentí mucho dolor y cansancio. El proceso duró muchas horas. Hice todo lo que pude, pero no logre completarla. Para el momento en que comencé a escuchar sonido del otro lado de la puerta, la mitad de mi cuerpo había cambiado ya. La otra mitad seguía siendo atlante. Mejore lo más que pude la parte superior para que tuviera un aspecto demasiado grotesco. Entonces comencé a utilizar mis poderes mentales. Logré con facilidad infiltrarme en la cabeza de uno de los guaridas reptilianos. No significó mucho esfuerzo debido a su pequeña capacidad mental. Lo hice entrar y tomar a mis compañeros. Luego salimos. Caminé junto con el guardia, lo más silencioso posible.

Mi presencia no tardo en ser develada. Al poco tiempo, unos guardias meraqui me descubrieron. Rápidamente tome una de las armas del guardia poseído y comencé a disparar. Dos disparos y mis contrincantes cayeron muertos. El sonido del arma alertó a la estación. Seguí moviéndome. Detrás mio, dos meraqui equipados con esclerotecas nos perseguían. Mi intento de devolver el ataque fue inútil ya que los escudos eran muy potentes. Continué corriendo junto al reptiliano poseído. Más enemigos aparecieron delante. Doblamos en otro corredor y seguimos con la huida. Los tiros no rozaban y era cuestión de tiempo antes de que alguno nos lograra alcanzar. Más adelante el camino se bifurcaba, tomamos, con muy mal tino, el pasillo de la derecha llegando a una enorme sala llena de comandantes reptilianos. Nos tenían rodeados. Me arrodillé desesperanzado. Me reproche a mi mismo, en silencio, mi impulsividad. Lo tendría que haber planeado mejor. Después de semejante carrera, mi cuerpo estaba desgastado. Solté al guardia. Al volver en sí, este estaba un poco confundido, pero no le costó mucho tiempo averiguar lo que había sucedido. Uno de los reptilianos se acercó.

-Me parece que hasta aquí has llegado- dijo mientras apuntaba el arma hacia mi cabeza.

-Tu superior se enojara muchísimo si me matas- traté de persuadir al reptil mientras comenzaba a analizar en mi cabeza todas las posibilidades que había para escapar.

-Ja, tu hábil lengua no te sacara de esta. Aún así íbamos a matarte en algún momento-

El reptiliano se preparaba para disparar. No había posibilidad de escape que no terminara en la muerte de alguno de los atlantes. Mi muerte estaba asegurada. Mientras me preparaba para encomendar mi mente a los misterios del limbo hubo una fuerte explosión detrás nuestro. Se escucho un disparo. Salí de mi aturdimiento y ví que frente a mí un exoesqueleto quitinoso nos protegía. De detrás nuestro continuaron saliendo soldados meraqui. Eran extraños. Sus armaduras tenían alguna lineas rojas y un símbolo grabado. El escudo de la revelión Meraqi.

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