Capitulo 4
La nave ya se encontraba a unos cuantos kilómetros del planeta cuando salimos del modo de sigilo. Mis manos estaban sudorosas y temblaba. Los minutos anteriores ocurrieron con mucha rapidez. El reptiliano, el cuchillo, el asalto... Estaba muy cansado. Me dirigí al puesto de mando. Allí estaba Koralli sentada mientras dirigía la nave. Me senté a su lado. Le pregunté como iba todo y luego de que contestara nos quedamos en silencio. Delante se podía ver el infinito negro de espacio con miles de puntos brillantes. Miles de estrellas con incontables mundos en ellas. Mundos que quizás nunca sean descubiertos por otros. Era tan tranquilo allí fuera. Nada interrumpía la calma del basto espacio.
La calma fue interrumpida a los poco minutos por aullidos. Gritos de dolor, agónicos.
La calma fue interrumpida a los poco minutos por aullidos. Gritos de dolor, agónicos.